Silencio – es la cualificación de nuestra vida. Tienda para la morada de Dios en nuestro corazón e integridad del don de sí en el apostolado.

Cruz – junto a la Madre de Jesús, estamos al lado de quienes sufren, reconociendo siempre el inmenso valor de la persona y su capacidad de amar. Con María anunciamos la nueva vida de la resurrección.

Obra – para nosotros es la de la Cruz: la obra de la salvación. La traducimos en acción pastoral y socio-rehabilitadora, junto con las personas en situación de discapacidad y que sufren.

Los “Silencioso Obreros de la Cruz”, fundados por el Beato Luigi Novarese y  la Hermana Elvira Myriam Psorulla en 1950, reúnen en una única realidad carismática y jurídica a clérigos y laicos en plena comunión con la Iglesia Católica y tienen su sede en Italia, en Ariano Irpino (Avellino), en el Santuario “Salus infirmorum”.

Los Silenciosos Obreros de la Cruz, mediante la práctica de los consejos evangélicos, actuando las peticiones de oración y penitencia presentadas por la Virgen Santa en Lourdes y  Fátima, en la “total dedicación al plan de redención de la Cruz». La pertenencia a Dios de los Silenciosos Obreros de la Cruz se lleva a cabo en la unidad interior de mente, corazón y acción, con el propósito de «realizar el fin de la tan buscada soledad y del silencio interior (Oseas 2,14)… Dios se convierte así en el único y exclusivo fin de la propia existencia. La vida de un Silencioso Obrero de la Cruz debe ser una proclamación vivida de la fuerza y la perenne necesidad de la Cruz, que fluye por la vía de la humildad y la obediencia (Filipenses 2,5-11) trazada y recorrida por Jesucristo”.