Con el método de San Ignacio

Luis Novarese dio inicio a una experiencia que nadie había intentado antes: organizar cursos de Ejercicios Espirituales para personas en situación de discapacidad.

Ayudar a las personas que sufren, significa también ocuparse de su dimensión espiritual. El Beato Novarese entendió la enorme importancia que tiene el mundo interior de la persona  enferma en determinar su actitud hacia la enfermedad. Por eso decidió ocuparse de ello delineando en sus escritos el itinerario de una pedagogía dirigida a la formación espiritual de los enfermos según el método tradicional de los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.

Novarese enseña a hacer experiencia de sí mismo a través de un camino interior guiado por la oración y el mensaje evangélico. Activa el ímpetu del espíritu y lleva  a la luz la vitalidad mortificada en el cuerpo sufriente.

Tanto es el éxito de los primeros cursos de Ejercicios espirituales realizados en el Santuario de Oropa, en Piamonte (Italia), en 1952, que el padre Novarese se encuentra ante una petición precisa: las personas enfermas quieren orar en un edificio adecuado, que esté libre de barreras arquitectónicas y los haga sentir cómodos. Así es como nace el proyecto para la construcción de la Casa «Corazón Inmaculado de María» de Re, en Val Vigezzo y, algunos años más tarde, también en Valleluogo de Ariano Irpino (Av).

Hasta hoy, en ambas Casas de Re y Valleluogo se realizan cursos de Ejercicios espirituales dedicados a las personas que sufren.

En el exterior, donde están presentes los Silenciosos Operarios de la Cruz, se llevan a cabo jornadas de espiritualidad que favorecen la formación profunda en la vida cristiana, capaz de guiar a la santidad de la vida y a un apostolado eficaz para los que sufren